martes, 5 de diciembre de 2017

Deidades incomprendidas, Capítulo 3: Set

Durante este mes de noviembre pasado, he estado trabajando en el NaNoWriMo (ya era mi cuarto año), así que como os podréis figurar, lo de escribir artículos y cosas similares solo lo hacía en momentos de asueto. Lo cual quiere decir que este artículo ha sido escrito a trozos dependiendo de la situación. Este noviembre ha sido duro. En cualquiera de los casos, y siguiendo con mi serie sobre pobres dioses a los que tratamos mal sin razón (o al menos sin tanta razón), hoy voy a dedicar mi artículo a Set, el dios egipcio del desierto, las tormentas, la violencia y los extranjeros.



Set es el dios con cabeza de “sha”. El Sha es una bestia irreconocible, y que todos los egiptólogos se han puesto de acuerdo en que no existió nunca, aunque eso no está deteniendo a los zoólogos en su intento de encontrarlo. La primera aparición confirmada de este animal, que es una especie de cánido con el morro curvado y orejas triangulares, es la cabeza de una maza conocida como la Maza Escorpión, en honor al rey Escorpión II, uno de dos líderes con esa denominación que vivieron en el periodo Protodinástico, en concreto la última etapa de la conocida como Cultura Naqada, que formaba parte del Alto Egipto. He estado mirando todo el tema por encima y es un follón del demonio. Esto parece señalar que Set es un dios muy, muy antiguo, probablemente más antiguo aún que Anubis, Bast o Sekhmet. En origen, era el protector de los faraones, pero hacia la Quinta Dinastía comenzó a perder poder al mismo tiempo que Anubis con la subida al poder de Osiris. Y es en este punto, en el siglo XXIV a.C. que aparecen las primeras versiones del mito de Osiris.

La gente dice que esto se parece un burro. Dónde le ven el parecido es todo un misterio para mí.

El tema con el mito de Osiris es que la historia que conoce todo el mundo es sobre todo el relato que recogieron los griegos y romanos durante su paso por Egipto. Por un lado, eso quiere decir que el mito ya había pasado por varias transformaciones, algunas de ellas muy serias y de las que hablaré más tarde, y por el otro quiere decir que ellos también metieron su granito en la historia. En el momento en el que me escuchéis que empiezo a despotricar contra Plutarco, podéis empezar a correr.

Resumen básico del tema, una vez más, por si acaso no caísteis en las anteriores dos veces: Osiris y Set son hermanos, hijos de Nut y Geb, el Cielo y la Tierra. Osiris es el faraón por derecho, y está casado con su hermana Isis, mientras que Set está casado con Nephtis. Un buen día, Set mata a Osiris y se queda con el reino. Una de las peculiaridades de este tema es que Osiris es visto como un dios del orden frente a Set que es considerado un dios del caos, por lo que se supone que este asesinato es un reflejo de la lucha entre el orden y el desorden, todo muy alegórico y esos temas. El caso es que en varias versiones del mito, que es algo que toda la gente se suele callar no vaya a ser que nos pongamos del lado del tío con la cabeza rara, Set tiene una motivación para llevar a cabo el asesinato. Una de ellas es que Osiris le pateó, mientras que otra motivación es que, más que patearle físicamente, lo hizo moralmente acostándose con su mujer. Que para nosotros puede que sea pasarse siete pueblos, pero que durante muchos, muchos siglos ese tema se ha considerado ofensa suficiente como para pasar a mayores. En cuanto al gobierno de Set no se dice absolutamente nada, y salvo cierto relato ptolemaico del que ya hablé cuando mencioné a Anubis, no hay nada que nos hable de él y su reinado hasta que Horus crece y los dos acaban compitiendo por el trono de faraón.

Horus vs. Set. Trono de Senusret I
Y aquí es cuando las cosas se vuelven divertidas, porque ni los propios egipcios se aclaran. En algunas de las fuentes se habla de Horus y Set como sobrino y tío, que es lo que sería normal viendo lo anterior, pero en otras les ponen como hermanos. Porque para qué mantener las cosas sencillas, ¿eh? En cualquier caso, los dos se enfrentan bajo los ojos de una asamblea de dioses. El juez final que debe dirimir quién gana la disputa varía de narración en narración: algunas veces es Geb, otras es Ra o Attum. En cualquiera de los casos, los dos se enfrentan en distintos combates, desde carreras de barcos hasta luchas transformados en hipopótamos. En todos estos combates, el ganador es Horus, y la mayoría de las deidades están de su lado, pero el conflicto se alarga durante ochenta años porque el juez favorece a Set (bueno, sí, ya sabemos cómo va el tema del enchufismo a veces). Hay infinidad de historias sobre estos combates. Por ejemplo, está la historia en la que Isis intenta ayudar a su hijo arponeando a Set, pero al que acaba dando es a Horus, que se cabrea y le corta la cabeza a su madre (¡y este es el bueno de la historia!), y Thoth tiene que reemplazarla por la de una vaca, explicando supuestamente los cuernos con los que Isis suele ser representada.

Hay un par de historias en particular dentro de los combates entre Horus y Set que los historiadores piensan que guardan una relación en su significado. La primera es que, para conseguir poder sobre su rival, Set “viola” a Horus en un “reflejo de su sexualidad indiscriminada” porque además de que el efecto es de conseguir un cierto poder sobre el rival, también refleja un “cierto deseo homosexual”. Tendréis que disculpar todo el entrecomillado, porque todo esto son cosas que dicen las fuentes, pero más allá del hecho de que según los antiguos egipcios el semen es una sustancia poderosa, similar al veneno, y por tanto problemática para Horus (y que en todo caso este tipo de conducta convertiría a Set en bisexual, y no tengo muy claro todavía cómo verían los antiguos egipcios la bisexualidad, pero teniendo en cuenta sus visiones sobre el incesto puedo sospechar que no tan mal como estas palabras hacen pensar), la escena homoerótica es CONSENTIDA. Sí, el episodio empieza con Set PIDIÉNDOLE a Horus el tener relaciones sexuales, y Horus ACEPTANDO a cambio de que Set le de algo de poder. Hay dos versiones distintas del resultado de esta “noche loca”, una en la que el semen de Set entra dentro de Horus y por tanto este cae enfermo, y otra en la que Horus logra atrapar el semen en sus manos y por tanto no sufre ningún efecto nocivo. En cualquiera de los casos, Isis decide responder poniendo algo del semen de Horus en las hojas de lechuga que Set va a comer. A raíz de esto, Set queda impregnado y “da a luz” un disco solar que luego se queda Thoth. Lo gracioso del tema es que la versión más antigua de esta historia proviene del Reino Medio, y antes de que saliera, el que tenía esta especie de parto extraño era EL PROPIO THOTH.

La otra historia es que durante un combate, Horus consigue cortarle los cataplines a Set, lo que tiene la implicación de una pérdida de poder y virilidad. Pero a cambio Set le devuelve la papeleta sacándole un ojo a Horus y destruyéndolo. Dependiendo de la versión, Horus puede recuperar él mismo su ojo, o puede que dicho ojo sea restaurado por Isis, Thoth y Hathor. Por su parte, también dependiendo de la versión, Set a veces recupera sus cataplines, de forma que los dos dioses queden en paz en ese tema. No me pondré a charlar sobre el significado de todo esto, más allá de que parece tener una cierta relación con las fases de la luna, o al menos eso señalan algunos egiptólogos. El problema de todas las cosas alegóricas como esta es que lo de interpretarlas a veces es un tanto complejo.

Set y Horus adorando a Ramsés. Relieve del templo de Abu Simbel
Lo que sí sé es que vamos a tener que pararnos en la resolución del todo el feo embolado, porque aquí las versiones del mito son importantes. Las antiguas hablan de que, después de reventarse a hoxtias durante esos ochenta años, los dos dioses llegan a un acuerdo y se dividen el reino de forma pacífica. Esto puede tener muchas formas: en algunas ocasiones, Horus se queda con la Tierra y Set con el cielo (lo que implicaría a Set como dios de las tormentas), en otras ocasiones Horus se queda con las tierras del Nilo mientras que Set se queda con las tierras rojas del desierto (y aquí lo señalarían como dios, precisamente, del desierto), y aun en otras el reino es dividido equitativamente entre ellos (indicando la separación entre el Alto y el Bajo Egipto). Sin embargo, los mitos más modernos convierten a Set en completamente malvado, y por tanto la victoria de Horus es absoluta y Set es expulsado al desierto. ¿Y por qué esta diferencia tan importante entre unas versiones y otras? Sencillo, porque esta vez la demonización de Set vino por parte de los propios egipcios.

La cosa es esta: hasta la Vigésima Dinastía, a finales del Nuevo Imperio, Set era tratado en general como una parte importante de la cosmología, y como un dios relativamente benigno, aunque contrapuesto a Horus. Allí donde Horus era el sensato, Set era el tipo que se deja llevar por sus impulsos, y los dos formaban un todo armónico, una especie de equilibrio celestial o como queráis llamarlo. Pero llegado el Tercer Periodo Intermedio, Egipto sufrió una serie de derrotas importantes frente a invasores extranjeros. En concreto, los imperios Asirio y Persa. Debido a que Set era el dios de los extranjeros, estas invasiones hicieron que los egipcios le cogieran una manía tremenda, algo lógico por otro lado. Y aún así, en muchas regiones se siguió rindiendo culto a Set como una deidad heroica, porque a pesar del papel que se le estaba dando con el mito de Osiris, este dios tenía un segundo papel muy importante que ninguno de ellos podía ignorar.

Set haciendo pinchitos de serpiente Apophis para Ra.
¿Y qué papel era ese? Pues nada más y nada menos que el de ser el defensor de Ra en su viaje por el Inframundo. Existen un montón de representaciones de él de pie en el extremo frontal de la barcaza del dios solar, atravesando la cabeza de la serpiente Apep/Apophis/Apofis, como prefiráis llamarla, que estaba siempre amenazando con devorar a Ra. En el Amduat, un texto funerario del Nuevo Reino (justo antes de que Set sufriera la demonización por parte de los propios egipcios), se narra la historia de los estados por los que va pasando Ra desde que el sol se pone por el oeste, hasta que sale por el este, en un periodo de doce horas. La hora más importante, la hora sexta, es cuando el espíritu de Ra se une con su cuerpo, y es el momento más importante porque a partir de ahí es cuando empezará a regenerarse, pero también es el instante de su mayor debilidad. Es en ese momento cuando Apophis ataca a Ra, pero Set, que actúa de guardián ayudado por Serqet (la diosa de los escorpiones, la medicina, la magia, y la curación de todos los picotazos venenosos), derrota a la serpiente con su gran fuerza. Como los egipcios realmente no podían ocultar este papel vitalísimo de Set en su cosmología (es decir, si no estaba ahí, la serpiente se iba a comer a Ra y la iban a liar parda, ¿no?), lo único que hicieron fue… disfrazarle de Horus poniéndole una cabeza de halcón.

Pero entonces llegaron los griegos.

Sí, ya estoy escuchando las carcajadas a costa de cómo me pongo al respecto. Corramos un tupido velo y sigamos.

El paralelismo que los griegos establecieron fue el de Set con Tifón. Sí, básicamente le compararon con el padre de todos los monstruos. ¿Por qué? Bueno, porque era el hijo de la Tierra (¿que para los griegos la tierra era mujer y para los egipcios era hombre? ¡Eso qué más da!) y porque se enfrentaba a deidades principales. ¿Que no se enfrentaban al equivalente real? ¡Eso daba igual! ¿Que el dios al que estaban vilificando en realidad era un defensor del dios principal del panteón? ¡Minucias! ¡¿Que era el dios que les representaba a ELLOS?! ¡Sucias mentiras! El caso es que esta demonización fue la que finalmente nos llegó a nosotros a lo largo de los siglos. Y es la que, en cuanto hemos dejado las momias de lado y nos hemos puesto con la mitología, ha coloreado nuestra imagen de Set.
Relieve destrozado de Set en Karnak.
Tanto que es muy rara la ocasión en que no toma la forma de villano o antagonista. Se podrían contar con los dedos de una mano las veces en las que no aparece en su papel como asesino de Osiris, aún menos en las que aparece en su papel de defensor de Ra, no hablemos ya de la posibilidad de representarle como parte de un todo armónico en conjunto con Horus tras una reconciliación pacífica. Y la cosa se agrava aún más cuando la forma en la que se suele representar a Set es… ¡una serpiente! Lo que básicamente viene a decir que en realidad lo que querían era poner a Apophis, que es la serpiente que se quiere comer a Ra, pero como lo de ponerse a estudiar mitología egipcia de la forma adecuada se la refanfinfla muy mucho, pues directamente ponen el nombre de Set, que todo el mundo sabe ya que es supermalvado. Solo que no lo es. Solo tuvo el infortunio de que en un punto de la historia los extranjeros invadieran y luego esos propios extranjeros le demonizaran aún más de lo que los suyos ya lo habían hecho. Por desgracia, el futuro de Set es complicado de resolver. La poca gente que se mete en este embolao suele ir con ideas preconcebidas, y deshacerse de esas ideas es muy difícil, especialmente con un personaje que ha dado tantos bandazos dependiendo de quién escribiera su historia. Y eso, por supuesto, cuando realmente nos preocupa el tema y no estamos buscando un villano fácil. Que en general es lo que la gente que escribe estas historias busca.

Set es la historia de una larga caída desde uno de los puestos más importantes del panteón hasta la más absoluta ignominia. Una larga caída de siglos. Así que está bien que sepamos al menos que en su momento, Set no fue malvado, y que fue una serie de circunstancias las que le han puesto en un papel de villano que en realidad no debería haber ocupado. Y con esto cierro este capítulo de deidades vilipendiadas, esperando poder escribir uno nuevo en breve. En nuestra siguiente historia, saltaremos de panteón para hablar de un viejo favorito de los fans. Espero que para entonces tenga ya cierto libro que he pedido para el amigo invisible de estas Navidades. Y ya sabéis que acepto sugerencias de deidades de las que queráis que hable… ¡Y dejad algún comentario, por Eilistraee!

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