No suelo hablar demasiado sobre religión, más allá de los
mitos, y en general no suelo meterme con los mitos cristianos, aunque creo que
mi artículo de San Valentín demuestra que soy perfectamente capaz de
destriparlos tan bien como a los demás. Hoy, sin embargo, mi artículo no habla
de mitos, pero si de religiones, y de historia. Y entraré en un juego de
“odiosas” comparativas al hablar de dos procesos contra la brujería, de sus
similitudes y diferencias, y de cómo dos versiones distintas de una religión
reaccionaron ante lo que ahora a nosotros nos parece, pero en aquel entonces no
tanto, un crimen contra la humanidad.
Hoy voy a hablar de las brujas de Salem, y de las brujas de
Zugarramurdi. Y creedme, no estoy hablando de películas en ningún caso.